Sabía que el lugar me atraparía. Antes de partir hacia África unos amigos se animaron a decirme que querría volver muchas veces más. Sin dudas Costa de Marfil es uno de los destinos que ningún viajero puede dejar de lado.
Solo hay que estar preparado para algo: ver mucha gente. Costa es uno de los países más habitados del mundo, se estima que tiene un total de 20 millones de habitantes, con lo cual, piense cuanta gente va a ver.
Con una marcada incidencia de la cultura francesa en los barrios turísticos- debido a sus relaciones comerciales-es muy común ver en la calle algunas particularidades europeas que no le sientan nada mal al lugar.
Al segundo día de recorrer la capital, nos trasladamos hasta el Golfo de Guinea para disfrutar de algunas playas encantadoras que nos dieron un respiro en el viaje. A los kilómetros y extensiones de arena y agua, se le suman los espacios de selva que la convierten en una zona de belleza única y con un paisaje exclusivo. La zona es indicada para la práctica de deportes acuáticos y si bien es recomendable tener cierta precaución con el oleaje, una buena zambullida en sus aguas es reconfortante.
Las playas más famosas son las de Sassandra, donde llegan mieleros y grandes personalidades del mundo a buscar un descanso lejos de todo el ruido. Miles de atractivos convierten a Costa de Marfil en un destino turístico para ir pensando en su próxima escapada alrededor del mundo.
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